1.- Encuentra un lugar aislado y un periodo de tiempo, donde nadie te distraiga.
2.- Asume una posición cómoda, evita acostarte o recargar la cabeza.
3.- Cierra los ojos.
4.- Adopta un ritmo de respiración profundo (como cuando duermes).
5.- Relájate totalmente. Revisa mentalmente de abajo hacia arriba todos tus miembros comenzando por los dedos de los pies, si los encuentras tensos, remueve la tensión de ellos.
6.- Cuando hayas obtenido la relajación total es el tiempo de iniciar la evocación mental de un mantra o palabra sagrada. Existe una gran lista de mantras en sanscrito, pero también puedes crear tu propio mantra. La pronunciación mental de tu mantra es escencial y deberás sincronizarla con tu respiración al inhalar de preferencia. Al principio surgen distractores en tu mente que te alejan de tu mantra, cuando lleguen déjalos de lado y regresa a tu palabra clave.
7.- Con la práctica constante, descubrirás como poco a poco te iras sumergiendo en una gran tranquilidad; bajará el ritmo de tu actividad cerebral.
8.- Cuando estimes que ya has alcanzado los minutos que te propusiste meditar. Inicia mentalmente una cuenta regresiva en la que te dirás mentalmente lo siguiente: “Voy a contar hasta tres, entonces recuperaré mi estado de conciencia normal”
9.- Una vez recuperado tu estado de conciencia de plena vigilia, levántate pausadamente e integrate a tus actividades.
10.- Los efectos benéficos de la meditación irán incrementándose conforme mejore la calidad del procedimiento. Es muy importante no discontinuar la meditación diaria ya que se sufre un retroceso. Lo ideal es meditar todos los días durante 20 minutos al despertar, antes del baño y del desayuno.
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